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La maldita brevedad de las cosas

tus ojos

Apago el teléfono móvil, no quiero que hoy me llame nadie. Necesito descansar, descansar mi pobre alma en la cima de alguna montaña. Pienso en el monte Sinaí.
Intento dormir la siesta, y como no puedo porque aquí todo el mundo grita, me meto en esta cosa que se llama blog y modifico su apariencia. Luego empiezo a darle vueltas al corazón.
Me acuerdo de tí, recuerdo cuando nos encontramos debajo de aquel árbol y me preguntaste:
-¿Por qué has venido?
-Estaba demasiado triste, necesitaba contemplar tus ojos otra vez.
Te diste la vuelta y te marchaste. Pero esta vez yo no te seguí.
Ya sólo eres una sombra, un fantasma, un recuerdo. Ya no recuerdo tus ojos, ya no quiero hacerlo, porque me dueles. Y esos ojos que tanto amé se pierden en la distancia,como si estuviesen en la tierra mientras yo vuelo por el universo, lejos, lejos...

2 comentarios

Mónica -

Sí Lluís, se quita lastre.

Lluís -

a veces, cambiar aunque sea un mueble de sitio, se percibe mayor amplitud del espacio (y del corazón)