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La maldita brevedad de las cosas

monólogo del altruismo

La autora del blog advierte que el siguiente texto puede herir su sensibilidad.Cualquier parecido con la realidad es realidad.

Tengo cáncer. Ha invadido mi cuerpo, y a pesar de los tratamientos y las operaciones, sé que esta vez va a llevarme por delante. No me engaño:sé que moriré pronto. Intento que mi esposo lo acepte, pero él hace como que no pasa nada. Le comprendo. Hace bien ¡qué carajo! Que me trate como siempre lo hizo para vivir un poco de normalidad, un poco de la antigua rutina antes de que el bicho hiciese acto de presencia. Normalidad es lo que necesito cuando me veo en el espejo,cada mañana.Un rostro flaco y apagado. La piel mustia, pegada a las costillas y las caderas, el pecho muerto, el mismo pecho que alimentó a mis dos hijos (¡qué buenos son!). Normalidad, tirar para adelante sin tener en cuenta que ya casi no puedo caminar.
Nunca me he cuestionado el porqué de esto, el por qué a mí, como hacen otras personas. Nunca he fumado ni bebido. Siempre llevé una vida "de orden". He cuidado de mi esposo y mis hijos lo mejor que supe hacerlo, y nunca le he negado nada a nadie. Mi esposo también es muy bueno, como mis hijos. Un poco cabezota, pero ay, ¡yo también lo soy!Todas las mañanas viene una auxiliar a cuidar de mí. Estoy tan drogada por la morfina que no me entero de lo que sucede en el mundo, pero esta chiquilla llega con toda la fuerza de su juventud y me pone al día. Me cuenta, ha estado en el campo y ha cogido catarro, pero que le quiten lo bailao, dice ella.Y se pone en marcha. Va. Viene. Hace. No para. Me saca de la cama, suavemente. Mi marido me hace daño al cogerme, ella no. Nos damos la mano y ella mete su brazo libre debajo de mi brazo libre, de esa manera, si me caigo, no llegaría a caerme al suelo. Me conduce al baño despacito. Una duchay como nueva. Mientras me seca hablamos sobre cualquier cosa, la humedad del tejado o lo mal repartido que está el mundo. Esta chica me trata con cariño. Yo le digo:guarda algo para tí, que vas a quedarte sin energías. Pero ella me contesta que cuanto más hace, más crece la sensación de estar haciendo poco. Yo también me he sentido así muchas veces, nunca hacía lo suficiente por los demás y lo que más lamento es que no me toque la lotería para acabar con la miseria de unos cuantos, ya que ni los gobiernos ni el Vaticano lo hacen. No he ido a la escuela, pero sé perfectamente que Bush quiere el petróleo iraquí y de otros países, y veo que el mundo está muy, pero que muy mal repartido. No es mi caso:tengo un techo y una buena familia, comida en la mesa y algún que otro capricho extra de vez en cuando.Y esta niña que me seca con una toalla que no raspa, a la que hoy he pedido que no me abandone nunca. Me ha dado su palabra de no hacerlo jamás. No podría, me dice. Así nos queremos después de dos semanas de conocernos.

-Actualización sin fecha definida- 

Un día llegué a casa de Feli para ocuparme de ella, pero ya había muerto. Nunca la abandoné, ni ella a mí. Conservo los regalos que me hizo y la recuerdo con frecuencia, pues fue una de esas personas que dejan una huella imborrable.

2 comentarios

Mónica -

yo tampoco Ess...

Ess -

no sé ni que decir...