Mi hermano es alérgico al lavavajillas, a sacar la basura, el cartón, el vidrio, el plástico, a hacer su propia cama, a recoger todo lo que deja por ahí tirado. Menos mal que la cama y el sofá le compensan del sufrimiento que le provoca tal alergia. Pobre.
Dentro de un mes me voy a vivir a Londres.Tengo un problema gordísimo:no me puedo llevar todo lo que quiero, entiéndase: libros, discos, papelajos, cosméticos, mi ordenador y mi equipo de música. Dicho así no parece mucho pero adéntrate tú por allá con todo eso.He empezado tirando los papelajos y regalando los muñequitos,embalando los libros para que me los guarde una amiga, usando todos los cosméticos con la esperanza de que se acaben, y hasta el equipo de música tiene ya ubicación. Necesito una maleta elefantiásica para transportar los discos y otra para los zapatos porque no pienso separarme de ellos.
Hace unos días yo y un par de colegas hemos tenido ocasión de conocer a una persona que nos deja boquiabiertos con cada frase que suelta. Se llama Claudia, es increíblemente culta, sensible, imparable en su afán de saber y conocer. Lo único que ella espera de los demás es que la escuchen. Ayer me regaló un cenicero individual muy bonito, dice que es mi recompensa, ero no sé a qué. Debería ser yo quien la colmase de regalos por llenarme tanto...
Mis amigos están bastante buenos,y en el psiquiátrico donde está Claudia no pasan desapercibidos para las internas. Pero a ella no le interesan como hombres, sabe muy bien que son medio niños y ella pasa la cuarentena. Lo único que quiere es que la escuchen, y ellos lo hacen como nunca he visto a nadie escuchar a otra persona, y se conmueven con todo lo que ella cuenta.
Ayer la vimos, y cuando le dijimos que la estábamos esperando, una lágrima asomó en sus enormes ojos verdes. No esperaba que nadie la esperase. Este post es para tí, Claudia.Los locos están sueltos por ahí.
Buscando información sobre mi bien recordado amigo Antonio Casares,encontré entre otros poemas,éste:
Salmo de Job
Que otros descubran nuevos mundos,
mientras hacen un infierno de éste,
que inventen nuevas máquinas de odio
y participen de la destrucción,
que sigan explotando a los humildes
y gobernando por la fuerza bruta,
que hagan o deshagan a su antojo
las leyes que después ellos no cumplen,
que vendan sueños muertos o falacias
como si fueran ideas platónicas,
que les corten las alas a los pájaros
y amordacen a los gorriones,
que mientan cada vez que hablen
como vienen haciendo desde siempre,
que conviertan las selvas en desiertos
para arrojar sus bombas nucleares,
que labren un planeta a su medida
o lo destruyan con impunidad,
que hagan filosofías para esclavos
y mitologías envenenadas
con el señuelo de la libertad
enmascarada por la xenofobia,
que Dios siga siendo la coartada
de los tiranos y los sacerdotes,
que abandonen la lucha de clases
y escupan sobre Marx o sobre Lenin,
que inventen nuevos dioses para el triunfo
de los idólatras de la materia
o los fanáticos de un porvenir
envuelto en las tinieblas del pasado,
que los poetas canten a los héroes
de los verdugos de la Humanidad.
En estos versos señalado queda,
para que no me digan que me inhibo
o que soy cómplice de todos ellos,
cuando es evidente mi desprecio.
Pero a mí, para sobrevivir
en esta pesadilla interminable
que es el vivir, me bastan las palabras
que ahora estoy escribiendo con desgana,
y soñar con el próximo poema,
pues él, mientras lo escribo, me hará libre.
(Y no me pidan cuentas, ya he contado,
con un hastío que no tiene límites
y una paciencia que ni Job tendría,
los versos y las sílabas del mundo).
Antonio Casares